lunes, 29 de diciembre de 2014



Llegaron al barro del río,
sellaron sus voces en la humedad del aire,
una mañana dejaron correr sus caballos
y se marcharon siguiendo la costa.

Llegamos al cauce seco,
buscamos los rastros, sus vasijas,
pincelamos los pasos en el barro hecho piedra.
El chasquido del fuego murmuró sus nombres,
y de pronto supimos:
fueron felices viviendo para un dios menor
y los caballos que liberaron 
son los mismos 
que vemos correr en sueños.

2 comentarios:

  1. Me alegra comprobar que "regresó" tu blog, y dejame decirte que disfruto mucho cada entrada. ¡Un abrazo!

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  2. Muchas gracias Pablo!! Un honor tenerte por acá. Abrazo grande!

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