jueves, 26 de enero de 2017




A ver,  
el problema no es el baile ese de los extraños de las máscaras
ni los estaqueados entre las chispas,
que igual dale que dale con la música,
¿pero baldear toda la sangre seca de la vereda?

Encima esas polillas, prefiero el instante de verdad
en que se te quedan mirando fijo
las lagartijas que entran por la ventana.
Yo estaba justo como ellas pensando,
pensaba que recortar y juntar los carteles
que salen en el fondo de las polaroids
seguro te devuelve el tiempo
y que ninguna serpiente mejor a esas
que trajeron los camalotes el año pasado;
todo esto pensaba yo y de pronto chau:
había un baile de estaqueados y eso que no era carnaval,
las brasas hacían “pssss psssss” con la sangre que chorreaba
y no estábamos en carnaval.

Oblicuos desde la calle
los focos de autos dibujaban ánimas sobre el techo,
o por ahí sí eran los muertos
¿No viste que arriba en los arboles
las hojas tiemblan para invocarlos?
Al fin me dormí,
pensando que ningún sol mejor
que ese que incendiaba la arena
mientras jugábamos a las corridas
en la cubierta de un barco oxidado.
Pero patente, las luces bailaron en la noche
y los estaqueados miraban la luna extraviados entre el fuego.