Bajo el
resplandor del sol
nos
regalaron una última mirada de plata.
Habían
llegado con el mar,
desde lo
más profundo del aliento salado de la noche,
sus
nombres prestidigitados por esas luces
sobre el mar.
Bailaron
bajo la luz de la Cruz del Sur,
el frío
mezclado con el eco de las voces de los niños,
y desde
entonces su brillo habitó nuestros sueños.
A veces
me acuesto triste
pero despierto en medio de la noche,
casi libre, los pies sobre la arena fría,
atento
a esas luces sobre el mar.
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